Se mantiene la alerta
El 4 de septiembre, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hizo un «llamamiento a los ciudadanos para que sigan actuando con precaución». En las regiones afectadas, muchas carreteras estaban cortadas. El tráfico ferroviario, suspendido temporalmente desde el domingo, seguía gravemente perturbado, sobre todo entre Madrid y Andalucía y en la costa mediterránea. En Madrid, las lluvias torrenciales provocaron también el cierre temporal de varias líneas de metro.
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Aunque las lluvias habían remitido algo el lunes, la Agencia Estatal de Meteorología mantenía en alerta a siete comunidades autónomas, entre ellas Madrid, Castilla-La Mancha, Cataluña, Baleares y País Vasco. Las autoridades madrileñas recomendaron a los casi siete millones de habitantes de la región teletrabajar y evitar desplazamientos innecesarios a la capital, cuyos accesos estaban muy congestionados el lunes por la mañana.
El domingo, los madrileños recibieron una alerta de emergencia en sus teléfonos móviles, acompañada de una fuerte señal sonora, sin precedentes en España, en la que se les instaba a permanecer en casa. «Debemos felicitarnos de que exista una opción de comunicación eficaz con los ciudadanos en caso de emergencia grave, para que puedan aplicar las medidas necesarias», dijo Chivite el lunes, en respuesta a las críticas suscitadas por este mensaje masivo.
Como país en primera línea del calentamiento global, con un 75{0a3ef2ec5971b91687e599f4136cbab7406151479c3fb8e9cd194abb6479927c} de su territorio amenazado por la desertización, España sufre regularmente lluvias torrenciales a finales de verano y en otoño, que penetran con dificultad en el suelo y hacen que los cauces de los ríos se hinchen repentinamente. Este fenómeno, llamado «Dana» por los meteorólogos («depresión aislada de alto nivel»), tiene a veces consecuencias dramáticas. En 2018, 13 personas murieron en la isla balear de Mallorca.