6. Trabajar con la culpa
A veces sentirse culpable puede ser útil. En pequeñas dosis, la culpa nos alerta de cuándo es el momento de tomar medidas y afrontar los problemas en nuestras relaciones con los demás. Sin embargo, la culpa excesiva es tóxica y peligrosa. Consume energía emocional e intelectual, nos distrae de otras tareas y nos impide disfrutar de la vida.
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Una de las formas más eficaces de hacer frente al sentimiento de culpa residual es pedir disculpas de forma efectiva. Sí, probablemente ya te hayas disculpado, pero disculparse eficazmente es un proceso mucho más complejo. Requiere lo que se conoce como una afirmación de empatía. En otras palabras, una disculpa no debe basarse en una explicación de por qué actuaste como lo hiciste, sino en un razonamiento sobre cómo tu acción u omisión afectó a la otra persona. Esto ayudará a que él o ella te perdone, y por fin podrás desprenderte de la culpa.
7. Averigua qué funciona para ti
Escúchate y analiza cómo afrontas personalmente las heridas emocionales. ¿Las ignoras e intentas no pensar en nada? ¿Te preocupas mucho de inmediato pero luego te recuperas rápidamente? ¿O te pasas semanas pensando en lo que hiciste mal? Utiliza las respuestas para ver qué técnicas de primeros auxilios emocionales son adecuadas para ti en diferentes situaciones.
Trátalo como un dolor físico. Probablemente tengas una pastilla de eficacia probada que tomas cuando te duele la cabeza o el estómago. Busque la misma medicina para el dolor emocional.
Lo mismo ocurre con el desarrollo de la resiliencia emocional. Controle su salud psicológica con regularidad, sobre todo después de situaciones estresantes difíciles. Encuentre técnicas que funcionen y aprenda a ayudarse a sí mismo.
Sí, practicar la higiene emocional requiere tiempo y esfuerzo, pero mejora enormemente su calidad de vida en general.