Comunícate
Los seres humanos somos criaturas sociales, así que todos necesitamos la compañía de otros de vez en cuando. Los estudios confirman que las personas solitarias son mucho más propensas a sufrir problemas y trastornos psicológicos, como depresión y Alzheimer.
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Al mismo tiempo, estamos muy influidos por la tecnología moderna. Cada vez hablamos menos en directo y enviamos más mensajes y memes a nuestros seres queridos. Cheryl Turkle, catedrática de Ciencia y Tecnología del MIT, cree que aunque utilizamos los teléfonos y las redes sociales para satisfacer nuestra necesidad de comunicarnos, lo único que hacen es distanciarnos aún más. Es poco probable que estés preparado para una larga conversación tomando el té cuando basta con poner un like en Instagram*.
Sin embargo, es posible y necesario ampliar tu círculo social. Merece la pena salir de tu zona de confort y hacer nuevas conexiones. Puede que al principio tengas que esforzarte por mantener una actitud positiva, pero enseguida se convertirá en parte de tu vida.
Limita tu tiempo en las redes sociales
En cantidades razonables, los sitios favoritos de todo el mundo son bastante inofensivos. Sus efectos negativos sólo se hacen patentes cuando empezamos a depender de las redes sociales para relajarnos y sentirnos mejor. Son especialmente peligrosas para las naturalezas impresionables: el mismo Instagram* está plagado de cánones de belleza poco realistas que pueden provocar insatisfacción con nosotros mismos y con nuestra vida.
Solemos pasar el tiempo en las redes sociales de forma pasiva. A diferencia de lo que ocurre cuando vemos una película o leemos un libro, actualizar un feed no nos obliga a analizar algo ni a involucrar nuestras emociones. Ese es el atractivo de Facebook*, TikTok o Instagram*: te permiten no pensar en nada.
En lugar de sentarte sin rumbo en las páginas web, utiliza las otras técnicas de higiene mental que hemos desglosado más arriba. Te ayudarán a relajarte de verdad, a diferencia de las redes sociales, que dan la ilusión de relajación.
Por supuesto, estos cinco hábitos no son los únicos que ayudan a equilibrar la salud mental durante los periodos difíciles. Pero son una buena base para empezar. Más adelante, puedes complementar la lista con tus propias prácticas y controlar tu higiene mental de forma aún más exhaustiva.
